Al entrar a Los Arroyos, inmediatamente uno se siente a gusto, en un ambiente confortable y acogedor. Los clientes habituales ya saben lo que van a ordenar aún antes de sentarse a la mesa, mientras que a otros les resulta difícil elegir de entre una variedad de opciones favoritas. Tony Arroyo comenzó con Los Arroyos hace 15 años y a través de su arduo trabajo su negocio ha crecido hasta incluir cuatro sucursales con más de 100 empleados. Le da el crédito a Santa Barbara City College por haberle provisto las habilidades empresariales que necesitaba para hacer realidad su sueño. “Estoy haciendo lo que más me gusta hacer,” dice Tony. “Y eso es trabajar en restaurantes.”

Nacido en Michoacán, México, Tony llegó a los Estados Unidos cuando tenía unos 14 años en busca de una nueva oportunidad y la posibilidad de obtener una educación. Vivió en Pasadena por seis meses antes de visitar Santa Barbara y enamorarse de la comunidad. Rápidamente se mudó y consiguió un empleo en el restaurante Moby Dick. A los 18 años, Tony se inscribió en Santa Barbara City College. “Fue increíble asistir a Santa Barbara City College”, asegura Tony. “No tienes idea de cuántas veces me senté en los escalones del estadio mirando al océano y pensando en la suerte que tenía, no solo de estar en esta ciudad, sino de estar en una universidad como esta.”

Mientras asistía a SBCC, Tony tomó Inglés 110, cursos de contabilidad y contaduría, y sus clases de ESL le brindaron la oportunidad de aprender inglés. “Aprendí a hablar inglés en SBCC”, dice Tony. “En aquel momento, City College fue lo mejor que me pudo haber pasado.”

Tony también recuerda las grandes experiencias que tuvo en la escuela culinaria. Un maestro en particular, un chef francés, le enseñó que todos comen con la vista primero, luego el olfato y finalmente la boca. «Mi maestro me hizo ver la importancia de preparar un hermoso platillo como una forma de hacer que la gente se enamore de mi cocina y se sienta intrigada por ella”, asegura Tony. “Me hizo darme cuenta de que la comida es una forma de arte y que necesitaba preparar una comida agradable a la vista para que la gente pudiera disfrutarla.”

Al llegar el momento adecuado Tony encontró un pequeño local en Figueroa Street en el centro de Santa Barbara, abriendo las puertas de Los Arroyos el 4 de marzo de 1999. “Cuando abrí mi restaurante utilicé todos mis ahorros y todas las ideas que se me ocurrieron para comenzar el negocio. Tuve el menú en mi cabeza todo el tiempo,” dijo Tony. “No tenía dinero para hacer publicidad y ni siquiera podía permitirme colgar un letrero en forma. Solo vendí dos platillos a la hora del almuerzo, pero a las 8:00 p.m. de esa noche tuve que cerrar las puertas porque todo se había vendido.”

Para Tony, su paso por la universidad contribuyó a su éxito, proporcionándole las herramientas que necesitaba para desarrollar y hacer crecer su negocio. En agradecimiento, actualmente contribuye con la comunidad como parte de su modelo de negocios apoyando diversas causas comunitarias, incluyendo la educación y a la escuela que tanto ama. “Todavía voy a sentarme en el mismo lugar en las escaleras y miro al océano, y eso me lleva de regreso a mis excelentes días universitarios,” dice Tony. “Me encantó asistir a City College y gracias a esa experiencia, junto con mi éxito personal, siento que me gradué en la vida.”

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